lunes, 18 de enero de 2010
PREGUNTAS SOBRE EL CULMEN EN EL ACTO SEXUAL
El ser humano, por lo general, obedece a los instintos cada vez que participa del acto sexual. Sin embargo, cabe pensar hasta qué punto somos capaces de reconocer lo instintivo cuando se culmina el acto sexual. ¿Cuál es la relación con nosotros mismos cuando terminamos el acto sexual? ¿Cómo puede uno desear que el otro desaparezca?
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ResponderEliminarReconocer lo instintivo hace referencia a aquello que los hombres por medio de la razón han negado. En este sentido, la razón se repliega sobre los instintos hasta el punto de domeñarlos. La redundancia de la que hablas no ha lugar, puesto que se trata de reconocer lo irreconocible. Si uno piensa en el acto sexual desde lo racional lo instintivo del acto, que está implícito, surge, desvelando el sentido de lo humano que está puesto en juego. Así uno no reconoce lo instintivo ya que se es puro instinto.
ResponderEliminarCuando se habla de que el otro desaparezca esto se debe a que la racionalidad vuelve y se instaura una vez el acto sexual termina. Pasa lo mismo cuando el hombre lleva a cabo una transgresión en la sociedad, una vez pasa aparece la prohibición señalando la falta. Entonces querer que el otro desaparezca representa la vuelta a lo habitual, al mundo de las prohibiciones. Este sentimiento, creo, es más cotidiano de lo que podría parecer en el papel. Piénsese por ejemplo en un acto sexual que sea solo placer y desborde, para definir hasta qué punto en la sobriedad ese cuerpo sigue siendo tan familiar.
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ResponderEliminarNO HAY PROHIBICIONES EN EL "QUEDARSE"
ResponderEliminarNo necesariamente la racionalidad vuelve a instaurarse una vez el acto sexual finaliza, pues es en ese culmen donde existe un reconocimiento del placer como la fuente que satisface el deseo, puede usted perfectamente,verse inmerso en situaciones que lo devuelvan al más frondoso momento del acto, siendo vulnerable a momentos propios del abandono del ser racional.
Pienso yo, con conocimiento de causa, que no hay sustancia más embriagante que el después.