lunes, 18 de enero de 2010

PREGUNTAS SOBRE EL CULMEN EN EL ACTO SEXUAL

El ser humano, por lo general, obedece a los instintos cada vez que participa del acto sexual. Sin embargo, cabe pensar hasta qué punto somos capaces de reconocer lo instintivo cuando se culmina el acto sexual. ¿Cuál es la relación con nosotros mismos cuando terminamos el acto sexual? ¿Cómo puede uno desear que el otro desaparezca?

jueves, 14 de enero de 2010

EROTISMO, SEXO Y PORNOGRAFÍA

El sexo no es la representación del erotismo. Es solo una parte. El acto sexual le exige al erotismo un desgarramiento de los participantes. En cambio el erotismo pone en juego a los participantes, juego donde él ya no es él, y ella ya nos es ella. Ambos están ahí, arrojados, desnudos ante ese acontecimiento. ¿Qué hay más desgarrador que el acto sexual? En pleno acto sexual la cortesía no existe; la angustia tampoco; menos aún existen los deberes ¿Entonces que queda en el acto sexual, cuando ya no hay nada de todo eso que somos, o que decimos ser? Y aunque creamos que nuestra vida sexual está debidamente orientada, ya sea mediante terapias, artificios, etc., en el acto lo que hay es un puro-ser-ahí; ex-puesto (puesto por fuera- de) a la violencia que desata la desnudez de los cuerpos.

El cuerpo es sagrado, y por eso mismo se cubre. La violencia que produce la desnudez requiere de un espacio y un tiempo propicios (Kairótico.) La desnudez evoca a lo sagrado mediante la transgresión, es decir, mediante el deseo de acceder al otro. El desnudarse depende de condiciones exactas previas, por ejemplo, el deseo por el otro. Si el otro no es deseado, el desnudarse pierde el carácter sagrado y transgresor. Exhibir con deseo el cuerpo al otro, es entregarse a la transgresión del cuerpo y hacerlo erotismo. En la desnudez, los participantes entran en la violencia que desata el erotismo: cercanía a la muerte, sentido de continuidad, ruptura del ser discontinuo. En otras palabras, el yo de cada participante se pierde en el erotismo de los cuerpos que se funden anunciando el goce de la violencia que se desata. Y no es la violencia de la agresión, ni la de reducir a estado de cosa al otro; es la violencia que desatan dos cuerpos desnudos, ingenuos, que evocan los deseos más profundos del ser humano.

Nuestra experiencia es diferente. En el acto sexual el Yo, tan propio de nuestra cultura, nunca se pierde; pues de alguna manera, como en la relación sexual no tenemos conciencia de lo sagrado, es difícil que en gran parte desaparezca el Yo. No nos abandonamos, puesto que no sabemos nada de la inconsciencia que contiene al erotismo. Claro que si sabemos que en el acto somos otro ser dispuesto a no perderse. Pero, el erotismo es pura pérdida, arrojo, inocencia, niñez, desbordamiento del ser.

miércoles, 13 de enero de 2010

Vaslav Nijinsky (Notas sobre El Diario)

He desayunado bien, pues he comido dos huevos pasados por agua y patatas fritas con habas. Me gustan las habas, sólo que son secas. No me gustan las habas secas, pues en ellas no hay vida. Suiza está enferma, pues está llena de montañas. En Suiza la gente es seca, pues no hay vida en ella. Yo tengo una criada seca, pues no siente. Piensa mucho, pues la secaron en otro sitio donde estuvo sirviendo mucho tiempo. No me gusta Zúrich, pues una ciudad seca. En ella hay muchas fábricas y además muchos hombres de negocios. No me gusta la gente seca, y por eso no me gustan los hombres de negocios. (Pág. 9)

… No he experimentando más que cosas horribles. Temo a la gente, pues no me sienten, sino que me comprenden. Temo a la gente, pues quieren que lleve el mismo tipo de vida que ellos. Quieren que baile cosas alegres. No me gusta la alegría. Amo la vida… (Pág.14)

… Comprendo lo que es la diversión. Yo no soy divertido, pues sé que la diversión es la muerte. La diversión es la muerte de la razón Temo a la muerte y por eso amo la vida… (Pág. 17)

Que el hombre desciende del mono no lo dijo Nietzsche, sino Darwin. Se lo he preguntado a mi mujer por la mañana, pues he sentido pena por Nietzsche. Me gusta Nietzsche. Él no me comprenderá, pues piensa. Darwin es un hombre sabio. Mi mujer me ha dicho que escribió cosas eruditas en francés, se llaman Historia de la naturaleza. La naturaleza de Darwin era falsa. Él no sentía la naturaleza. La naturaza es vida y la vida es naturaleza. Amo la naturaleza. Sé lo que es la naturaleza. Comprendo la naturaleza, pues siento la naturaleza. La naturaleza me siente. La naturaleza es Dios. Yo soy la naturaleza. No me gusta la naturaleza falsa. Mi naturaleza es viva. Yo estoy vivo. Conozco personas que no comprenden la naturaleza. La naturaleza es una cosa magnífica. Mi naturaleza es magnífica. Sé que me dirán que yo también estudio, pero yo estudio la naturaleza de acuerdo con el sentimiento. Mis sentimientos son grandes y por eso sé lo que es la naturaleza sin estudiarla. La naturaleza es vida. La vida es naturaleza… (Pág. 24)

… Viví en casa de la madre de mi mujer durante la guerra. Comprendí la guerra, pues combatí con la madre de mi mujer. Quise entrar en un restaurante, pero una fuerza interior me retuvo. Llamo fuerza interior al sentimiento… (Pág. 25)

… Ahora estoy escribiendo con un lápiz químico. Quiero describir mis aventuras con las prostitutas. Yo era muy joven y por eso cometía tonterías. Todos los jóvenes cometen tonterías. Perdí mi equilibrio y fui por las calles de París a buscar prostitutas. Pasaba mucho rato buscando, pues quería que la chica fuese sana y hermosa. A veces me pasaba el día entero buscando y no encontraba ninguna, pues no tenía experiencia en buscarlas. Hacía el amor con varias prostitutas al día. Sabía que mis acciones eran horribles. No me gustaba lo que estaba haciendo, pero mis hábitos se intensificaron y comencé a buscarlas. Conocía un horrible sitio donde había prostitutas. Ese sitio era un bulevar. Paseaba por el bulevar y a menudo me encontraba con prostitutas que no advertían mi presencia. Recurría a todo tipo de artimañas para que las prostitutas repararan en mí. Ellas se fijaban poco en mí, pues iba vestido con sencillez. No quería ir vestido con ostentación, pues temía ser descubierto. En una ocasión, iba persiguiendo a una prostituta que había torcido en dirección a Lafayette (los almacenes)… (Pág. 27)

… La gente dirá seguramente que Nijinsky se finge loco para realizar sus horribles actos. Debo decir que los actos horribles son una cosa horrible y por eso no me gustan y no quiero realizarlos. Antes los realizaba, pues no comprendía a Dios. Lo sentía, pero no lo comprendía. Es lo que hace hoy toda la gente. Todas las personas tienen sentimientos, pero no comprenden el sentimiento. Quiero escribir este libro, pues quiero explicar lo que es el sentimiento. Sé que muchos dirán que es mi punto de vista sobre el sentimiento, pero sé que eso es falso, pues ese punto de vista emana de los mandatos divinos. Yo soy, como Cristo, un hombre que con los mandatos divinos. Temo al pueblo, pues pienso que tiene intenciones brutales y puede comprenderme mal y entonces someterme a un linchamiento… (Pág. 30)

… No necesité ir a la universidad, pues no tenía que saber tanto. No me gustan las universidades, porque se dedican a la política. La política es muerte. La política interior y exterior. Todo lo que se ha inventado para el gobierno es política. La gente ha perdido el norte y no pueden entenderse unos a otros, y por eso se han dividido en partidos. (Pág. 45)


… No me gusta el Hamlet de Shakespeare, pues piensa. Yo soy un filósofo que no piensa. Soy un filósofo con sentimiento. No quiero escribir invenciones. Me gusta Shakespeare por su amor al teatro. Shakespeare entendió el teatro como algo inventado. Yo he entendido el teatro a partir de la vida. Yo no soy una invención. Soy vida. El teatro es vida. Yo soy teatro. Conozco sus hábitos. El teatro es hábito y la vida no es hábito. Yo no tengo hábitos. No me gusta el teatro con escenario cuadrado. Me gusta el teatro circular. Construiré un teatro circular. Sé lo que es el ojo. El ojo es el teatro. El cerebro es el público. Yo soy el ojo en el cerebro. Me gusta mirarme en el espejo y ver un ojo en mi frente. A menudo dibujo un ojo (1)… (Pág. 63)

Me gustan los bufones de Shakespeare. Tienen mucho humor, pero a veces se enfurecen y por eso no son Dioses. Yo soy un bufón de Dios y por eso me gusta bromear.

Quiero decir que el bufón es bueno allí donde hay amor. Un bufón sin amor no es Dios. Dios es un bufón. Yo soy Dios. Nosotros somos Dioses, vosotros sois dios… (Pág. 143)

martes, 12 de enero de 2010

LA MUERTE DESDE EL EROTISMO

La contemplación poética de la vida no es extraña a la muerte, por el contrario, la muerte siempre participa de la vida en todos los momentos en los que el hombre vive. Para Bataille, el erotismo es un acto poético en donde aparece la vida en su aspecto exuberante, enaltecedor. En el caso de lo que Bataille denomina como discontinuidad, el ser discontinuo representa la condición de individuo y finita del hombre. El hombre es ante todo un individuo que participa de la vida, de su vida. Sólo él nace. Sólo él muere. Entre un ser y otro hay un abismo, hay una discontinuidad, dice Bataille . La idea de la discontinuidad no sólo define el abismo que separa a un ser de otro, sino que también define la distancia del hombre con la Vida. El sentido individual y egoísta del ser discontinuo, que somos, vislumbra en el abismo la cercanía con la muerte:

“Este abismo, en cierto sentido, es la muerte y la muerte es vertiginosa, es fascinante.”

El aspecto fascinante de la muerte, como dice Bataille, desentraña el sentido del abismo que separa a un ser de otro, en tanto la muerte de la que se trata alude a la idea de continuidad. De este modo, la idea de la discontinuidad se aproxima más a la vida (pero a la vida individual); y que la idea de la continuidad se aproxima a la muerte. El erotismo se encuentra en medio de la vida y de la muerte, como aquello que aprueba a ambas. Sin embargo, es el erotismo el que niega la vida, es decir, niega al ser discontinuo, pero afirma a la muerte, al ser continuo. La discontinuidad que se niega se debe al interrogante que propone la actividad erótica. Para Bataille el erotismo es siempre de lo más violento. Para él, el erotismo desata una violencia incontrolable que trastorna al ser discontinuo, al individuo sumido en un orden moral; al hombre que vive su propia cotidianidad sumido en el trabajo y el dinero. Esto es el ser discontinuo: el hombre que hace de su vida el esfuerzo de sus labores sociales, políticas y económicas. También el ser discontinuo e individual es aquel que vive la vida en pro de sus propios beneficios. Es un ser esencialmente egoísta. La violencia de la que habla Bataille pone en juego dicha condición del ser discontinuo, cada vez más enamorado de sí mismo. Los movimientos del erotismo tienen que ver con esta violencia elemental: arrancar al ser de la discontinuidad para situarlo en un plano de copulación cósmica (continuidad del ser). En este sentido la Vida ya no es lo que el ser discontinuo piensa de ella, y donde pone todo su esfuerzo vital, sino que se trata de ver la Vida desde su aspecto trastornador. En una de las tres formas del erotismo, el de los cuerpos- frente al de los corazones y al sagrado- el sentido de la desnudez simboliza lo que enaltece el erotismo cuando enfatiza en la Vida que se exacerba desde la violencia. Para Bataille, la esencia del erotismo reside en la comunicación. Análogamente para él La desnudez es un estado de comunicación, de la que participan los participantes. En la desnudez, los cuerpos abren paso a una idea de continuidad, en donde la proximidad con la muerte es la apertura a la inmanencia del hombre con la Vida. Previo a este enaltecimiento de la vida en conjunto con la muerte, la violencia que desata la desnudez irrumpe contra ese ser discontinuo que yacía antes con sus vestiduras. Lo que se manifiesta previo a la desnudez es la ceremonia en la que los participantes luchan por despojarse, no solo de sus ropas, sino de su ser cerrado, discontinuo. Esto, diría Bataille, solo puede darse de forma violenta. La seducción se piensa más desde un aspecto vinculado al amor o al objeto de deseo que produce convulsiones en la interioridad del ser. Pero el erotismo de los cuerpos va más allá de estos movimientos del amor al prójimo, como podría darse en el erotismo de los corazones, porque va en asenso, porque evoca a que el hombre se alíe con la Vida y con la muerte. Lo que busca Bataille y lo que se busca en este trabajo es enfrentar al hombre ante lo que más le horroriza, y que esto mismo sea el espejo en el cual el hombre se enfrente a sí mismo.

LA EMBRIAGUEZ EN EL EROTISMO

No toda experiencia sexual es erótica, y menos posible se hace cuando el hombre que somos está cada vez más enamorado de sí mismo. Nuestra experiencia de la sexualidad arremete contra toda manifestación del erotismo que apruebe el sentido sagrado de la vida y de la muerte. El último hombre hace de la sexualidad un acto de egoísmo, en el que el deseo se supedita sólo a su aniquilamiento. Con Nietzsche en el Nacimiento de la tragedia se entendió que, por medio de lo dionisiaco, como fuerza instintiva de la embriaguez, la importancia de permanecer en el deseo posibilita contemplar la vida desde una experiencia estética. Para nuestro hombre la experiencia es contraria, es la de destruir el deseo. Nuestra sociedad actual solo equipara el acto sexual con la eyaculación, con el deseo ardiente de hacer del otro el objeto de su más fervorosa admiración a sí mismo. El otro, en estos términos, es el espejo de la individualidad. En el otro se nutre la vanidad del ser discontinuo, del ser que decimos ser y no somos.

Cuando se advierte el problema de lo dionisíaco en Nietzsche, puede éste aspecto relacionarse con la embriaguez del erotismo. El erotismo es dionisiaco, mientras que la sexualidad es afrodisiaca. En lo dionisiaco, la realidad del erotismo manifiesta un deseo que además de permanecer busca siempre ser, sin persistir del deseo mismo que desata. La locura dionisiaca no anuncia la llegada del deseo, al contrario, lo encarna, participa de él siempre desde dentro, desde una experiencia interior. Cuando se dice que la sexualidad es afrodisiaca esto mismo hace referencia a la idea de una sexualidad que se erige como un falo que busca copular, sin importar de donde ha surgido el deseo, donde lo consubstancial al deseo no es el deseo mismo sino las infinitas ganas de reproducción. El erotismo desde lo dionisíaco, desde la embriaguez se asocia con el sentido de la fiesta, de la locura y del derroche: con el gasto improductivo, no remunerado: es pura pérdida, vaciamiento del ser.

EROTISMO SAGRADO

Pensar el erotismo desde una experiencia de lo sagrado no implica pensar en el erotismo desde un aspecto místico. La experiencia mística revela la ausencia del objeto , mientras que la experiencia de lo sagrado, por fuera de la experiencia mística, puede darse por medio de un objeto, como sucede en el sacrificio, aún cuando el objeto como tal no se piensa como cosa. En la Teoría de la Religión Bataille asegura que el sentido del sacrificio- no propiamente se refiere Bataille en este punto al sacrificio humano, sino que habla en gran parte del sacrifico de animales- tenía como fin destruir el carácter de cosa que habitaba en la víctima. Sacrificar-dice- no es matar, sino abandonar y dar. Lo que se ofrece busca retornar a la inmanencia aquello que en la victima se ha cosificado. En cambio El sacrificio humano atestigua al mismo tiempo un exceso de riqueza y una muy penosa manera de gastar .

No hay propiamente en la experiencia mística, que más es una experiencia de lo sagrado, un objeto que permita percibir el paso a lo erótico y que vincula, además a la vida con la muerte. El Dios cristiano en este caso poco tiene en común con esta experiencia de lo sagrado, pero si tiene en común la fe de los cristianos con la experiencia mística, en la que sin existir el objeto de adoración, existe una experiencia interior de lo sagrado que une al hombre con su Dios. Bataille establece una crítica al cristianismo que supera todas las expectativas. Para él la condena hecha a Cristo es la representación del mal que aceptaron los cristianos. El mal para los cristianos está en la crucifixión como máxima expresión del mal. Sin embargo el Mal -que para Bataille es el elemento vital de todo esfuerzo por la literatura - contenido en la crucifixión implica, no solo a los que crucifican al redentor sino a todos los hombres. Es la falta la que permite que todos los hombres incorporen el mal a la vida. Dice Bataille: “En tanto que un hombre hace el mal (cada hombre está por su parte obligado a hacerlo) crucifica a Cristo . Cristo, es evidente, no es para Bataille la imagen del redentor sino del crucificado, en el que los hombres se comunican con su dios por medio del crimen, del mal. Incluso Bataille dice que la ejecución de Cristo ataca al ser de Dios . Con esto se quiere resaltar que para Bataille la imagen del Creador comunica una idea del mal que el hombre lleva a cuestas desde entonces. Además, para Bataille la crucifixión es un acto de asesinato que deforma el sentido sagrado de la transgresión, afirmando incluso que, de todos los pecados cometidos este es el más grave.